" No hay nada tan importante como la importancia de no haber nada importante" by José Balboa Rodríguez, escritor ourensano.
EL CAMINANTE: ERUNDINA DA GAYA.
Moza como ella no pisaba por los «coyos» de Beariz y alrededores. Alta, esbelta, proporcionada, tanto de estatura como de cadera, pecho y cintura. Se cuidaba porque gozaba gustándose. Triste de la persona que no se gusta a sí misma, y el caso es que abundan. Si no te gustas a tí mismo ¿cómo vas a gustar a los demás? Aunque lo disimulemos, a nadie queremos tanto como a nosotros mismos. Erundina, Garrana por casta y naturaleza, su padre, el tío Celestino, era hermano de mi madre, sabía lucirse como nadie. Sus largas bien torneadas piernas fueron las primeras, en Beariz que se cubrieron con medias de «cristal». Así se les llamaba a las primeras medias de Nylon que llegaron por estos pagos. Erundina era tan bella como frontal, para ella no existían las curvas dialécticas, al pan pan y al vino vino. Al que le guste, estupendo y al que no, que le eche azúcar. Estoy convencido que mi prima tenía virtudes mucho más resaltables que las físicas de las tanto hablo. Teniendo en cuanta mi corta edad, no estaba yo capacitado para captarlas y solo menciono aquellas que mis infantiles ojos veían. Además de todo lo dicho, ella cantaba como los propios ángeles. Aunque yo era muy niño, la recuerdo cuando los jóvenes organizaban el baile delante de la casa del tío Bugallo con pandeiretas, latas de sardinas, de aquellas redondas de tamaño mediano, y algún bombo, si lo había, y cuando agarraba la pandeireta y cantaba, su voz sobresalía por encima de todas las demás. Se casó con el Oficial, un buen hombre. Ella se fue antes que su marido. Lo hizo como lo hacen los escogidos, muy joven. Para tí, querida prima, mi abrazo envuelto en un tul de color azul, que es como asoma a mis recuerdos tu graciosa figura plena de encantos y donaire.