EL CAMINANTE: GRACIAS A LAS DOS.

Desde lo más profundo de este usado, que no viejo corazón, gracias a las dos. Ellas no son otras que nuestra madre y nuestra vaca que habita en los bajos de nuestra casa. Ambas nos dan todo lo necesario para nuestras vidas. La mente humana con frecuencia olvida hasta lo más primordial y que da sentido a su existencia. No hace muchos años así era nuestro vivir: Dependencia total de la madre que nos trajo a este mundo y de la vaca.

Desde el momento que nos da a luz, lo único que se genera en ella, es amor. Todos sus actos hacia nuestra persona es dedicación, entrega, desvelos sin límites para colmar nuestra existencia de los mejor que la vida nos puede ofrecer. Desde lo más valioso como es alimentarnos con su propio cuerpo, hasta ese beso dulce y tierno que nos da cuando nos arropa y desea buenos sueños. Pasan los años con toda clase de vicisitudes, encuentros y desencuentros, pero ese beso recibido en la despedida del día, sigue incólume, vigente y enternecedor.

Nuestra vaca, es esa compañera inseparable del vivir cotidiano, imprescindible en el hogar gallego. Así lo entendió la madre gallega y por eso la convirtió en su compañera y aliada en todos sus quehaceres. Cuando la madre sobrepasada de sus límites por la entrega en su devenir del día a día, recurre a su amiga bovina y en ella encuentra la aliada perfecta. Desde la leche que a ella la naturaleza le niega, hasta solucionar un sin fin de necesidades inherentes a la propia existencia del matriarcado gallego. Con la vaca se labra la tierra para el cultivo de todo tipo frutos para el sustento familiar. Es ella la que produce el abono para que esas tierras sean fértiles. Vive en los bajos de la vivienda y con el calor de sus cuerpos y sus excrementos consigue mantener en la vivienda un ambiente suavemente cálido. Si lo que engendra es hembra, normalmente da continuidad a su estirpe, si, por el contrario es macho, contribuye de manera considerable a solventar la economía doméstica. Tanto la una como la otra, en sus diferentes y respetuosas vivencias, ¿son o no son merecedoras de todo nuestro respeto, cariño y agradecimiento? Para ellas, desde la visión de este humilde y lisiado bearicense les mando los míos.

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