EL CAMINANTE: MÁS SOBRE MI GALLO.

Ante ciertos comentarios vertidos sobre mi gallo, en lo que publiqué sobre él, me encuentro en la obligación para descubrir algunos otros detalles que le identifican como un animal un tanto especial. Es cierto que su canto no puede identificarse con el de Plácido Domingo, sin embargo se esfuerza mucho en mejorarlo. Arranca muy bien y así continua hasta la mitad del «cocoro… y es ahí, en ese especial quiebro que los gallos jóvenes imprimen al cántico de su despertar mañanero, donde no puede completar. Cupe, en ese momento tendría que mantener la nota alta, pero, ignoro la razón, pierde fuerza y remata de forma algo plañidera. No es que me preocupe esa incapacidad para rematar bien esa muestra de alegría, sin embargo, no puedo ocultar la tristeza de pensar si será la edad la que tal falta de ímpetu se denuncia en ese postrer envite. Hay otra situación que, vista desde una perspectiva nada cercana, me resulta muy divertida. Esa diversión se disipa cuando la objetividad desaparece y la afinidad se halla en el piélago de tus ojos. ¿ Que cual es? Os la muestro. Por la mañana les abro el portón de su pazo que mide treinta centímetros de largo por otros tantos de alto, aparece mi gallo sacando pecho. Bate las alas con una fuerza increíble y espera a sus tres damas. Cuando Filomena, Cirila y Nicasia salen al exterior, Cupe se dirige a la más próxima, abre con fuerza el ala derecha y golpea el suelo con la pata del mismo lado. Si la moza no le hace caso, va en busca de la siguiente. Si la actitud de ésta es similar a la anterior intenta conseguir algo de la tercera. Cuando la última requerida tampoco accede a sus deseos, se va corriendo al comedero y sin resquemor alguno por las negativas obtenidas intenta consolarse llenando su buche con el suculento desayuno que el ama puso a su disposición. Lo observo con detenimiento y deduzco, convencido de no equivocarme demasiado, que Cupe más que molesto, porque sus pollitas no aceptaran sus requerimientos, se siente liberado y piensa, si es que los gallos pueden pensar: Otro momento más propicio habrá.

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