

Eduardo Hermida que la convierte en obra de arte
Nos llamaron mi hija Beatriz y su esposo. La cita era en Ferrol. Mi esposa y yo, aprovechando que goza ella de unos días de vacaciones en su trabajo, no podíamos faltar a la cita. A las doce del medio día nos encontramos en el lugar indicado. Sin ambages nos revelaron la razón que motivaba el encuentro. Aparte del placer de compartir unas horas con ellos, motivo sobrado para vernos, existía otro de un valor incalculable, cual es gozar contemplando Arte. Sí, con mayúsculas. El barrio del Canido de Ferrol hace no muchos años, menos de treinta, era un núcleo urbano como el de cualquier ciudad de poca población. El Canido lo habitaban unas 800 personas. Sus edificios eran casas de una planta, a lo sumo dos. Sus gentes, la mayoría trabajadores humildes sin otras aspiraciones que seguir la diaria rutina del trabajo y unas cuncas de vino en las tabernas que son el fiel reflejo de su clientela. Claro que eso lo podían hacer los hombres. A las mujeres le tocaba el cuido del hogar, hijos y demás quehaceres propios de su sexo, como se decía a la sazón. A Eduardo Hermida, un joven de veintitantos años, vecino de Canido, artista por naturaleza, se le ocurre la feliz idea de crear un incentivo para que su barrio, en el lugar más elevado de Ferrol, siga manteniendo la grandeza de lo humilde compartiéndola con la sublimidad del Arte. Curándome en salud, antes de narrar lo que Eduardo ha conseguido, me remitiré a una persona que le conoce muy bien y dijo refiriéndose al gran artista de Canido: «…Describir a Eduardo Hermida es tanto como pretender la cuadratura del círculo.» Por todo ello solo diré que Eduardo nació para el arte. Tan cierto es lo que digo que él apenas pinta con espátulas, pinceles o brochas. No, es tan personal su expresión realizando sus creaciones, que siente la necesidad de realizarlo con sus manos. Eduardo Hermida no es un artista, él es el propio arte expresado en lienzo, madera o cualquier superficie que se le ponga por delante. Hasta su verbo fértil, sencillo y con matices perfectamente definidos, se hace arte explicando toda la grandiosa obra que ha conseguido plasmar en las paredes de los edificios de su entrañable barrio que antes de llevar a cabo su magna obra, lo componían, como digo al principio, 800 personas y hoy sobrepasan los 11.500 habitantes. No se reservó para sí el protagonismo de su genial proyecto, sino que involucró a compañeros de todas las latitudes que sin dudarlo un instante se aprestaron a colaborar en su ejecución.
¿Cómo surgió la idea? Tenía que basarse en el arte de la pintura. Para él el arte supremo del color y la imagen se refleja en Velázquez. Del pintor sevillano nada tan grandioso como Las Meninas. Composición, originalidad, color, figuras, luces y sombras, todo ello le embriaga. Y como gallego enamorado de su tierra estudia hasta la saciedad el lienzo de Don Diego y descubre que dos de las Meninas son gallegas. No hizo falta más. A los artistas que se prestaron a colaborar les puso como deberes, llenar El Canido con los personajes de Las Meninas de Velázquez. Y el barrio situado en lo alto de Ferrol, se llenó de pintura, de canciones, de música, de alegría de vida en definitiva. Por doquier se respiraba a humanidad transformadora, sin perder la propia identidad de lo que ya es. En los días que dura la manifestación del arte, la ciudad de más o menos 60.000 habitantes, se multiplica por dos y todo gracias a la iniciativa de un joven inquieto y creador que obra el milagro.







Una pequeña muestra del grandiosa obra pictórica que enaltece el Barrio del Canido de Ferrol. En una de las imágenes mi esposa con el artista, igual que la siguiente, en el estudio de Eduardo. Tan magna obra solo se puede gozar visitándola.