
La sencillez es el estado más próximo a la perfección. La sencillez de una flecha pintada en el suelo o apoyada en un sencillo soporte, es una situación tan elemental que ni siquiera le prestas atención. Sin embargo su significado es tan importante que, gracias a ella cientos de miles de personas en peregrinaje pueden arribar al destino que han elegido y al que aspiran llegar.

El origen de la flecha amarilla data de no hace mucho tiempo. Don Elías Valiña, humilde Cura Párroco de O Cebreiro, a mediados del pasado siglo, harto de las quejas que le daban los Peregrinos del Camino de Santiago, que se perdían por no saber qué dirección elegir cuando llegaban a una encrucijada, fue don Elías, digo, a quien se le ocurrió la feliz idea de pintar en el suelo, en un muro, roca o cualquier otro lugar apropiado, pintar una flecha indicando la dirección a seguir.

Es, sobre todo en el cruce de caminos cuando la flecha adquiere su auténtico valor como guía del Peregrino.

Claro que siempre hay desalmados, faltos de todo espíritu cívico que las rompen. o las borran basados en motivos que solo ellos conocen.

