Lo he contado muchas veces de viva voz y lo he relatado por escrito en más de cuatro. No he sido un niño feliz, sino que sigo siéndolo, hasta el día de hoy, un niño feliz. He alimentado durante estos sesenta y cuatro más dieciocho años que la vida me ha regalado a ese niño que a veces se reviste de ropas diferentes, para disimular, pero que realmente sigue siendo ese crío inconsciente, irresponsable, a veces y agradecido siempre que es un auténtico Peter Pan. Para que esto sea así, la culpa la tienen varias personas, entre ellas, este de la primera fotografía, el que puso los cimientos de lo que soy. Manuel era la energía, la vida hecha poesía y prosa, en una conjunción tan bella y armoniosa que resultaba imposible separar la una de la otra. Humilde y prudente cuando las circunstancias lo aconsejaban, valiente y decidido si había razones que lo motivaran. Querido por todos y respetado hasta por los perros, con los que tenía unas relaciones muy especiales. Físicamente, solo así, porque sigue entre nosotros, nos abandonó en plena juventud recién cumplidos los veintiocho años. Solo veintiocho años tenía cuando su corazón, el que tanto amaba a su Claudina y a su tierna Susiña, sin cumplir los dos añitos, le falló.
Él es Manuel, el mayor de los hermanos vivos. Antes habían nacido y muerto cuatro. Otra persona que realizó una labor encomiable en la construcción de mi humanidad fue mi hermano Benito en la construcción de mi humanidad, fue mi hermano Benito. Benito era el joven que todas las madres querían como hijo. Era un caballero, amable, cordial, servicial guapo, y sobre todo una excelente persona. Bebía los vientos por nuestra madre. Siemre estaba presto a cumplir sus deseos del orden que fuere. Si estaba en sus manos, mamá estaba segura que su hijo Benito, daría feliz cumplimiento de ello.
Benito y su inseparable acordeón. Dos cuerpos, todo armonía y una total sintonía. Hoy nos hemos sentado a la mesa dos entrañables y encantadoras damas (una de ellas, Adriana, la esposa de Roldán) y tres Balboa. Ella, Susiña, hija de mi hermano Manuel Balboa. Él, Roldán Balboa, hijo de mi hermano Benito Balboa y yo José Balboa. Sus padres no están físicamente entre nosotros, pero sus magníficos frutos los honran. Cerca de ochenta años que no me sentaba ni con mis hermanos ni con sus hijos, cuyo primer apellido es ese BALBOA. Todo un cántico de gloria y honor, a una estirpe por honrar su procedencia.
No menos honra merece quien tan dignamente comparte su vida c0n un Balboa: Adriana
Fue una jornada llena de recuerdos y afloramientos de vivencias que nos trasladaron por los espacios insondables de los vivires a momentos que mantenemos latentes rindiendo con ello pleitesía a quienes los hicieron posible. Ninguno de ellos feneció, porque todos viven en nuestros corazones.
Hoy,como cada noche me he sentado a la mesa para dar cuenta de mi frugal cena. Pero hoy lo hice un poco más temprano, porque en vez de sentarme a la mesa con mi soledad, que siempre se sienta en la silla que tu ocupabas, hoy, digo, me he sentado contigo, querido Dani. Y te he servido tu cazuela de gambas al ajillo con cayena que nunca respondía al requerimiento que le hacíamos. Y veo tu sonrisa juvenil que nunca dejabas que se escapara de tu rostro. Le permitías que se asomara a la puerta de tu boca y la mandabas entrar inmediatamente. O no. A lo peor no eras tú quien la encerraba sino la enemiga que vivía dentro de tí y no le gustaba que manifestaras tus ansias de vivir, tu ilusión por seguir compartiendo conmigo y con tu padre esos buenos momentos que nos regalaste. Ah, tu padre. ¡Cómo echo de menos aquellas mini tertulias en que nos metíamos con él. Es el mejor regalo que me hago en estos instantes que te veo sentado al lado del lacón celta que tienes a tus espaldas. Y te veo, entrañable Dani y por mi mente pasan veloces tantas y tantas cosas bellas que nos enseñaste a pesar de tu insultante juventud. Sí, Daniel, tú nos enseñaste a sonreir cuando el alma se está desgarrando de dolor. Tú, Daniel Prado Lamas, nos indicaste el camino para hacer del sufrimiento compañero intransferible y personal que no hay porque compartir con los demás. Tú nos enseñaste que la vida es lucha y no hay que dar nunca por perdida la batalla ni la guerra, por mucha que sea la diferencia entre la fuerza enemiga y la propia.
Mis nietos En realidad, tengo serias dudas de cómo es mi comportamiento con mis nietos. Me lo pregunto varias veces al día. Sí, ignoro si mi actitud con los nietos es la correcta o, por el contrario, estoy muy alejado de lo que debiera ser. A pesar de estar convencido que mi labor no es educarlos, esa es labor de sus padres. Es cierto que de algo estoy convencido: que no debo mal educarlos, pero no estoy tanto convencido que no tengo que dedicar mi experiencia a que sus actitudes ante la vida, se ajusten a las normas que rigieron y, aún pueden regir, la mía. Puede parecer una obviedad, sin embargo no lo es,
mis únicas nietas haciendo el Camino de Santiago el hecho de que dedique a esa reflexión bastantes momentos de mi pensar. Cuando estoy en ello, me gustaría ser un abuelo de esos que se dedican a contar a sus nietos sus aventuras de tiempos pasados, reales unas e inventadas, otras, pero todas, según parece, todas divertidas. Soy, y lo demuestran los hechos, un narrador de historias y hasta hay, tengo constancia de ello quien las lee y se divierte haciéndolo. Cuando les cuento a mis nietos, mejor, si a mis nietos les pregunto si leen alguno de mis libros, agachan la cabeza y no me responden. Bueno no me responden de viva voz. Su silencio es un NO tan sonoro como rotundo. Y no les culpo ni molesta, pero pienso que si no me leen es porque no les interesan mis historias. Sin embargo, tengo la firme creencia que debo colaborar a que sean mejores personas y cuando ejerzan de tales, lo hagan con la frescura, el porte y la elegancia que lo hacen sus padres. Al decir sus padres, me refiero a todos, los que nacieron en casa y los que vinieron. Y ellos, los que nacieron en casa, lo aprendieron de una magnífica maestra que es su madre, quien, a pesar de haberse ido, solo físicamente, hace ya más de una década, sus enseñanzas siguen teniendo la vigencia y la frescura como si fueran impartidas ayer. En estos momentos hago propósito de enmienda para intentar ser mejor abuelo. Abro las ventanas de mi receptividad para todos los consejos que me ayuden a serlo. Gracias anticipadas. Tendré en cuenta todo lo que me llegue y contribuya a que mis nietos sean mejores personas. Como resumen debo decir que estoy SUMAMENTE ORGULLOSO DE MIS NIETOS. TENGO QUE HACERME DIGNO DE ELLOS.
Quisiera, sin embargo se me hace difícil conseguirlo. Simulo una tranquilidad que no siento. Según el autobús se va aproximando al Palacio, a uno de los palacios que albergan, para mí, una de las más grandiosas pinacotecas del mundo, tengo que hacer ímprobos esfuerzos para no gritar al conductor que pisara más el acelerador.Una encantadora dama, compañera en de viaje, me aconseja prudencia y paciencia. Al fin llegamos. Un gentío incontable, participa de la misma idea que yo y los aledaños y el propio museo, se convierte en una maravillosa fortaleza inexpugnable
Esa es la parte del Cuadro que me tiene enamorado. La grandeza del Perdón está ahí reflejada. Las luces prevalecen sobre las sombras, la ternura sobre la actitud, el amor sobre los sentimientos. El arrepentimiento sobre los deseos, la fe en el amor sobre las dudas. La esperanza sobre la desesperanza, la entrega sobre las reservas. La luz que acaricia es la victoria del amor sobre todo lo demás. Rembrandt dejó de ser persona para transformarse en un sentimiento divino en toda su grandeza de generosidad para con el ser humano. En la indefinición de la cara del hijo, estamos representados todos los seres humanos. Dios le utilizó para ese amoroso mensaje.
Siguió el Dios de la infinita misericordia dirigiendo la mano de Rembrandt y no permitió que el agravio comparativo que experimentaba el hijo mayor y el asombro mesurado de los viejos y fieles amigos, tengan relevancia en la magnificencia del Padre. El amor y el perdón prevalecen sobre todo lo demás.
Continuará.
Un regalo más que me hace la Vida. ¡¡Cómo no voy estar enamorado de ella, si no hace más que obsequiarme con momentos maravillosos!! Sería un mal nacido si cada segundo de mi existencia no dijera: GRACIAS VIDA. Que aparecen nubes en el horizonte, claro que sí, pero con predisposición positiva y tomando las debidas precauciones, seguro que no pasarán de cirros sin contenido, como les sucederá a los que en este momento se ciernen sobre el Hermitage.
Todo él revestido y equipado con materiales nobles de la mejor calidad, y trabajados estos por auténticos maestros del arte, adentrarse en los túneles del metro de Moscú, es hacerlo en un de los museo, donde la madera, los metales y el mármol, enaltecen el espíritu de una forma impensable. Porque impensable es creer que en el subsuelo de la capital moscovita pueda haber tanto arte para deleite de los usuarios del ferrocarril del subsuelo de la ciudad de los zares. Si el arte expresado en toda clase de filigranas cautiva a quienes lo contemplan, también tiene mucho que decir la luminosidad que transmiten
las lámparas que en techos y paredes, complementan con carácter de sujetos todos los rincones de accesos y estaciones. Salimos a la superficie con el corazón repleto de placer, después de contemplar tan bella y magna obra.
Seguiremos hablando de el.
Recuerdo que hace muchos años, doy gracias al Dios en el que creo, porque me ha permitido llegar a esta edad que bastantes de mis semejantes no pudieron alcanzar, sucedió una anécdota muy simpática. Un domingo, estábamos el grupo de amigos, asistiendo a la Santa Misa, en la época que los sermones duraban una hora o más (para los que no conoceis el tema, ahora suele durar cinco minutos y a veces ni llega) y sucedió algo muy gracioso que hoy me vino a la memoria. Durante la homilía, escuchando al viejo cura, nos mirábamos entre nosotros con cara de sorpresa. Al finalizar la Eucaristía, uno de nosotros, no recuerdo quién fue, saltó como una ballesta: Jolines, hoy Don Teófilo me dio leña a su gusto. El sermón fue todo dedicado a mi comportamiento. ¡¡»qué presuntuoso el niño, toda la leña que repartió iba dirigida a mi persona» dijo otro. «Ja ja ja, no teneis ni idea, cuando hablaba solo me miraba a mí» repitió un tercero Y así fuimos reconociendo los siete amiguetes que componíamos el grupo, que lo dicho por nuestro venerable párroco tenía algo que ver con nuestra poco ejemplar conducta. Si se lo hubiéramos comentado a él, estoy convencido que, en ningún momento pensó en nosotros para hacer llegar a sus feligreses el mensaje que, muy bien sabía él, era necesario predicar aquel domingo. Don Teófilo no era muy inteligente ni, seguramente muy listo, pero sí había vivido muchos años. Gracias querido cura por sus ejemplares sermones que, aún hoy tienen vigencia en los que tuvimos la oportunidad de escucharle.
Solamente para que algún ignorante lo lea y se convenza que no es un cuento chino.
Escuchar el silencio ancestral y enriquecedor de los miriámetros, es un placer solo reservado a los seres privilegiados. Hay que comprobarlo para convencerse de ello. En verdad que nacen como setas. No os lo podeis imaginar. Estamos luchando con todas nuestras limitadas fuerzas por restaurar un ancestral Camino, utilizado por romanos, arrieiros y peregrinos. Amén de intentar con ello restablece un cordón umbilical enriquecedor con nuestros vecinos y amigos portugueses, conseguir que por nuestros pueblos, condenados a desaparecer si Dios no lo remedia, pasen personas que
contribuyan con su presencia a insuflar un poco de vida para que esa muerte anunciada no se produzca. Que la ignorancia es la madre de todas las osadías, lo digo y lo grito a los cuatro vientos. En nuestro pueblo viven unas gentes maravillosas, pero no falta el ignorante presumido, es el peor de la especie, que quiere lucir sus encantos diciendo tonterías. ¡¡Señor, cuántas dice!! Y, lo peor es que su decir se esparce de tal manera que esas dicencias se reproducen como las setas. Y como los hongos, también ellas tienen significados diferentes: venenosas, unas, insulsas otras, amargas, bastantes y perjudiciales para el bien de nuestro pueblo, todas.
También los arrieiros tenían necesidad de tomar un descanso, ellos y sus acémilas.
La señora Julia tiene para regalar a manos llenas. Hasta las piedras que pinta y las plantas que cuida lo pregonan a los cuatro vientos y se lo cuentan a los peregrinos que pasan para abrazar al Apóstol Santiago quieran escucharla.
La sugerencia de don Manuel Prado López, alcalde de Beariz y la aceptación de don Jorge Vales, presidente de las fiestas patronales, propusieron y aceptaron que los niños del colegio público de nuestro pueblo, con alguna otra afortunada aportación, pusiéramos en escena una obrita de teatro que escribí para ellos. La pieza no es otra cosa que el intento, por mi parte, de reflejar instantáneas de sencillas vivencias de nuestros vecinos en tiempos no muy lejanos. Con una considerable asistencia de público, no tanta como deseáramos, abrimos las cortinas, nuestro humilde escenario no tiene telón, y el magnífico elenco escenificó con una responsabilidad digna de los mejores elogios la citada pieza Feitos. Todos ellos lucieron a gran altura, cada uno haciendo suyo el papel que le correspondía. No se pueden mencionar individualidades porque todos, absolutamente todos, estuvieron geniales. Se trabajó, con especial interés, el correcto vocalizar de las palabras y a fe que lo bordaron.
Es posible que me repita con demasiada frecuencia. Sin embargo hay paradas tan merecedoras de una reflexión, que deben respetarse. No puedo publicar su fotografía, ni me apetece. Baste con decir lo que me inspiró el gesto de Alejandro. ¿Quién es Alejandro? Pues, Alejandro es un niño más, en apariencia, porque si te paras, como es el caso, descubres que bajo la piel de un niño inquieto, con desparpajo, a veces, tímido, otras, se encierra una criatura excepcional.