Imagen retrospectiva correspondiente a la última visita que nos hizo la Coral a nuestro templo
Es, en realidad una muy grata noticia y un inmenso placer, comunicar a todos los bearicenses y demás pueblos que deseen compartirlo con nosotros, que el próximo viernes, día seis (6) de Enero, fiesta de la Epifanía, más conocida por ser el día de los REYES MAGOS, la CORAL POLIFÓNICA CASINO DE CARBALLINO, a las 6 de la tarde, nos deleitará con un concierto en nuestra Iglesia Parroquial. Está comprobado que la acústica de nuestra iglesia es muy buena y aún mejora mucho su calidad si está llena de público. Decirlo a todo el mundo para llenar nuestro templo escuchando las maravillosas voces de la tan querida y admirada Coral. Desde ya, a su ilustre y magnífico Director, a doña Pilar Caballero y a todos los componentes, nuestro sincero agradecimiento por, una vez más, honrarnos con su presencia regalándonos unos momentos que ya considero inolvidables.
Os esperamos con los brazos abiertos.
No lo olvideis, el próximo día 6, a las 6 de la tarde, en nuestra Iglesia Parroquial de Santa María de Beariz.
Si una de mis reflexiones más celebradas reza: «El respeto es la parcela donde se siembran los frutos que producen el amor» no podría pretender aglutinar en el círculo de mis creencias a todas las personas que no piensan como yo. Asentado ese elemental principio, sí quiero en estos días en que una gran mayoría celebramos el aniversario del nacimiento de Jesús de Nazaret, desear a la humanidad entera una expresión de respeto sin límites.
A los que profesan la misma Fe que vuestro humilde servidor: FELIZ NAVIDAD. Eso sí, que no sea una fecha marcada en el almanaque, sino que ese Niño Dios nazca todos los días de nuestra existencia, en nuestros corazones. A los que no tienen esas mismas creencias, que la Vida les regale cada segundo de su vivir, la capacidad de sonreírle porque les es propicia. Repito, a los unos FELIZ NAVIDAD. A los demás, Paz y Bien
Digo, y digo bien, que hoy es un día muy especial, porque mi compañera, la mujer que comparte conmigo su vida, a la que amo con todo mi corazón, mi esposa, cumple treinta y siete años (37). Dicen los que de eso entienden que, desde el momento que ella, Lorena, entra en mi vida, comenzó una etapa de rejuvenecimiento. Debe ser cierto ya que cada día me siento mejor y con más ganas de seguir viviendo. Mis ochenta y seis, ponerle la estación que más os acomode, no me pesan en absoluto.
Ella, Lorena hace realidad el tan socorrido comentario gallego: Muller nova renova. No hace falta traducción, se entiende bien. Gracias, amada mía por insuflarme cada momento de nuestra existencia esos soplos de la insultante juventud que atesoras y me regalas. Una eternidad tendría que vivir para agradecerte como mereces, tan maravilloso obsequio. TE AMO CON TODO MI CORAZÓN.
Todos los amaneceres son maravillosos en Os Cotiños. El de hoy nos ha obsequiado con un acontecimiento que ha superado todo lo pensable. Nada más abrir la ventana, allí estaba un nieto de Papo Rubio luciendo su innegable y resplandeciente belleza: El plumaje con el que la Madre Naturaleza le ha vestido. Hacía bastante tiempo que no gozábamos de su presencia, ni de ellos ni de los herederos de Pico Amarillo. Posiblemente haya sido la presencia de Setún, un gato que se apoderó de los alrededores de la casa evitando que otros animalitos se aproximen. No es momento de lamentos sino de auténtico placer para gozar de la presencia del nieto de unos de los seres que más momentos bellos me regaló cuando más lo necesitaba.
Confío que no sea ésta una visita esporádica, sino el inicio de una continuidad y de una amistad familiar que comenzó hace bastantes años y que sigue viva en mi corazón y deseoso de que sea muy duradera.
Antes de permitirle marchar le rogué que así sea. Que tenga la certeza de que en esta casa siempre será bien recibido, y que en la ventana habrá comida para saciar su apetito. Lindo vuelo, querido amigo.
Dani, no pongas esa cara, que no se me ha olvidado tu onomástica. Si te llega algo tarde no es por desidia mía ni mucho menos por olvido. Sencillamente, querido amigo, mi esquela va cargada de tantos y tan bellos recuerdos, que no puede ir más deprisa. Esos recuerdos no son otros que los compartidos en los momentos en que nos divertíamos llevando la contraria a tu padre haciéndole medio enfadarse. Con el tiempo han adquirido un tamaño tan enormes en cantidad y calidad que es lo que motiva su retraso. ¿Te acuerdas algunos de ellos? Pues ahora te maravillaría comprobar lo que han crecido. Con decirte que el solo traerlos a la mente contemplo que aquella sonrisa que nunca dejabas que aflorara en plenitud, al comprobarlos en estos momentos, hasta sueltas una carcajada. Te aseguro que no es para menos. Nunca pensé, querido Dani que llegara a echarte tanto en falta, sobre todo estos días en que la vida se me empinó un poco y subirla me costó algo más de lo normal. No me hubiera venido mal ver tu sonrisa a media cuesta para darme ánimos. Te recuerdo y te recordaré siempre, porque para mí estás de viaje a un lugar maravilloso al que, no tardando mucho, iré a verte. No tengo prisas, porque tú, Dani y otras entrañables personas me acompañáis en todo mi caminar por la vida. Un abrazo de luces y brisas como los que tú me das cada momento a través de tu sonrisa. Hasta luego, AMIGOS PARA SIEMPRE.
La Vida nos somete a muchas pruebas incluso abrasarnos, pero somos INCOMBUSTIBLES.
INCOMBUSTIBLES es un programa que la Televisión de Galicia comienza a emitir este Domingo 13 a las once y cuarto de la noche. En él pone en valor las experiencias y enseñanzas que pueden legar los mayores a las nuevas generaciones. Todos sabemos que los muchos años, queman a quienes la vida nos permite ir sorteándolos. Por supuesto ninguno de los que hemos rebasado los setenta, ochenta, u ochenta y seis, como es mi caso, en ese discurrir, desconocemos haber pasado por muy diversas situaciones. A veces encontramos temperaturas templadas. Otras gélidas que te cuartean la piel. Con frecuencia los tórridos calores te abrasan de forma inmisericorde. Ni los unos ni los otros han conseguido que no cumpliéramos con el destino para lo que fuimos creados. Cómodos, unas veces, congelados, otras y abrasados la mayoría, dejando jirones de nuestra existencia, siempre. De la mano de la vida seguimos haciendo Camino, venciendo todos los obstáculos y dejando huella de nuestro caminar. Mañana a las once y cuarto de la noche, tanto si eres mayor como si aún vives en la colorista edad de la juventud, tienes la oportunidad de contrastar todo esto que te he reseñado. No dejes de verlo. Merece la pena.
Pido perdón a las buenas personas que dedican unos valiosísimos momentos de su vida a leerme o, simplemente a seguirme en mis quehaceres como escritor. Para ellos mis más sumisas disculpas por haberles dado una imagen que, en absoluto corresponden a lo que realmente debe ser. Ni siquiera me justifica el mal momento que estaba pasando. Desde el primer instante conté con el apoyo profesional de nuestro competente Médico de Familia, Doctor José Dobarro y el magnífico e incomparable enfermero Dani. Posteriormente en la Residencia de Orense un joven y excelente Cardiólogo Doctor de nacionalidad chilena, de quien siento desconocer el nombre, detectó con claridad meridiana lo que me sucedía. A continuación el Cardiólogo Doctor Redondo de la misma área sanitaria, impartió las instrucciones pertinentes para actuar en consecuencia. Me citaron para el 19 de Noviembre. Todo esto sucedía en los últimos días de Octubre. Como el 25 me sintiera francamente mal, acudí a la Clínica El Carmen. Informado el Cardiólogo Doctor Don Ramón Mantilla de cuya calidad como profesional y humana, no tengo palabras suficientes para hacer un justo reconocimiento, me emplazó para tres días después. Antes le era imposible poder atenderme. El día 28 él y su estupendo equipo, Doctor Tino, Enfermera Aurora y demás auxiliares, restablecieron mi organismo para continuar sonriendo a la Vida. De que así fuera se encargó mi bella y solícita Esposa y vuestro cariño, manifestado en cientos de mensajes que agradezco desde lo más profundo de mi muy usado, que no viejo corazón, pues según el Doctor Mantilla, está en muy buen estado. De ahí el que este escrito tenga por misión pediros disculpas por haber encabezado mi anterior relato con una cara que ni yo mismo reconozco. Os respeto. Y, como el respeto es la parcela donde se siembra la semilla que produce el amor, OS AMO a todos.
Nunca he cerrado los ojos y la mente al avance de la ciencia. En determinadas circunstancias pensaba que me gustaría contrastar por mí mismo ciertos comentarios que, de alguna manera, traspasaban las situaciones del cotidiano vivir. Hace siete días experimenté en mis propias carnes una situación que, según dicen los que de ello saben, es de absoluta normalidad. El rostro que muestra la imagen que encabeza este escrito, ni es de incredulidad, ni de malestar, ni mucho menos de contratiempo. Sí lo es de reflexión admirativa porque, por el puntito que observan en la siguiente imagen, señalado con la punta del bolígrafo, el admirable Cardiólogo Doctor Ramón Mantilla y su eficiente equipo, acaban de introducir hasta las proximidades de mi corazón dos espirales metálicas, una dentro de la otra.
¿Quieren más? Pues ahí les va. Yo escuchaba todo lo que ellos decían narrando los aconteceres que iban surgiendo durante el recorrido de los dos muellecitos sin sufrir dolor alguno. Obvio los nombres porque ya son parte de mi mismo. O sea que aparte del hierro que pueda tener mi sangre, desde el día veintiocho de Octubre, mis propiedades de hierro han aumentado.
Como era de obligado cumplimiento, a mi regreso del Hospital, fue visitar a mi salvador el Doctor Don José Dobarro. Estoy convencido que se hallaba tan feliz como yo.
Por costumbre ancestral, el español suele resaltar mucho más los fracasos del prójimo que los aciertos. Si de profesionales se trata, ese juicio alcanza cotas exponenciales. Por naturaleza mi garganta suele reaccionar bastante mal a cualquier incidencia que la afecte. El frío, el calor o una pequeña partícula que no elija bien la dirección a seguir, me crea molestias a las que no suelo dar importancia por lo frecuentes que son. Hace unos días, al subir una cuesta no demasiado larga, pero con bastante pendiente, una vez más, sentí que mi garganta se resecaba y me escocía al mismo tiempo. No le di demasiada importancia por ser algo cotidiano. Al adía siguiente, se lo comenté a mi esposa. Alguien que no vemos ni pronuncia palabras, que solo vive en nuestro cerebro, nos aconsejó que deberíamos hacer sabedor a nuestro Médico de Familia de esa, para nosotros, nada inusual anomalía. Así lo hicimos. Comunicamos con el Doctor Don José Dobarro poniéndole al corriente de lo que me sucedía. Personalmente me animaba más el intercambiar unas palabras con el carismático galeno que el interés porque me recomendara cualquier tipo de pastillas u otro cotidiano remedio. No acertamos en nada: «Vente en cuanto puedas a la consulta» Pensé que tendría el mismo interés que yo por echar una parrafada. Llegué al Centro Médico. En ese momento, rara avis, no había nadie en la sala de espera. Me invita a pasar. Se nos une Daniel, Enfermero de una contrastada profesionalidad que ejerce envuelta en una dosis de humanidad, rayana en lo insuperable. Los dos me escuchan y el Doctor Dobarro, sorprendiéndome y mirándome a los ojos me ordena: «Ahora mismo te vas a Urgencias». Le miro luciendo la mejor de mis sonrisas considerando que lo escuchado es una broma de amigo. No, no era una broma. Obedecí. Ingresé en el Hospital. Reconocimientos rutinarios y compás de espera para que me devuelvan a mi domicilio. No acertaba ni una. Cuatro días de reconocimientos y consultas. Trato inmejorable por parte de facultativos y personal de enfermería. Resumiendo, había que actuar contra algo que no actuaba en mi favor. Me niego a utilizar términos científicos con los que en nada me identifico por mi supina ignorancia. Lo diré a mi manera: Estaba tan distante de sufrir un infarto de miocardio, menor que la existente entre las dos caras de un cuchillo bien afilado. El Cardiólogo Doctor Don Ramón Mantilla con su magnífico equipo se encargaron de que un conducto que tiene la obligación de llevar sangre al corazón dejase de estar obstruido en un noventa y nueve por ciento. Tres días en observación y hoy, ya en mi domicilio, puedo dar las gracias a todos los que han contribuido a que siga en el país de los vivos Al menos hasta ahora mismo. De una manera muy especial, al Doctor del Centro de Salud de Beariz, Don José Dobarro quien, con su saber hacer y conocedor de los síntomas que revelan situaciones anómalas que otros intentarían solucionar con unas pastillas, él supo reconocer la gravedad que me aquejaba y puso en marcha todo lo necesario para que se convirtiera, de momento, en una simpática anécdota. Gracias Don José por el impagable regalo que me hiciste.
Agradeciendo a mi salvador el Doctor Don José Dobarro el que supiera ver el mal que me aquejaba y salvarme de una muerte segura. Gracias gran amigo.
Seguiré hablando de nuestro eficiente, humano y grandioso profesional que es el Médico de Familia de Beariz y el Enfermero que comparte con él la vigilancia de los vecinos de Beariz.
No puedo cerrar este escrito sin expresar mi más profundo agradecimiento a todas las personas que me han manifestado su interés porque me recuperara. Empecé a responder a todas ellas, que son varios centenares. Gracias de todo corazón por el cariño que me dais.