Una vez más la fortuna me sonríe. En desacuerdo con la aseveración de mis hijos, ellos dicen que yo soy un hombre «suertudo» yo no creo en la suerte, la Diosa Fortuna me condujo, de la mano de un Jefe de Comedor inteligente y muy buen psicólogo, a compartir mesa con dos personas, una señora y un caballero.
La primera impresión fue mutuamente aceptable. Con las debidas precauciones, los tres fuimos tomando posiciones a través de una conversación trivial y respetuosa. Bajo ningún concepto descubriré la edad de ninguno de nosotros, si acaso confesaré que la suma de años alcanza la cifra de doce más de dos siglos y medio. Señora ella, caballero castellano él. Padres y abuelos, ambos. Ágil de mente la dama y perspicaz y acertado en sus apreciaciones, el señor. De nombre Mari Luz, bella y lozana castellana, hacendosa y austera, según su elegante decir. Nada de esquilmar, pero mucho menos derrochar. Cuidadosa y conocedora de lo que en casa entraba para saber cuánto podría salir. Además, hay que mejorar lo heredado y eso solo se consigue con el ahorro. De eso hay que enseñarle poco a Mari Luz. Pero para ahorrar no se puede gastar todo lo que se ingresa. Y para ingresar tiene que estar quien lo cree. Ahí estaba Mariano. Azorín dijo que las líneas de Castilla son tres: El vertical chopo que enhiesto se sube hasta el cielo. El galgo corredor persiguiendo la veloz y bigotuda liebre, conforma la horizontal y Mariano inclinado sobre el arado del que tiran dos briosas mulas forma la inclinada línea que completa la trilogía de Azorín. Hacendosa y bien organizada, cono digo, ella, y laborioso y responsable él, lleva sesenta y un años juntos, crearon y criaron dos hijos y varias nietas y hoy, a sesenta y tres años desde que Mariano le robó, sin violencia el primer beso a la muy bella y joven Mari Luz, es un regalo de Dios el contemplar cómo se miran, cómo se respetan, cómo se aman. ¡Qué bella y qué grandiosa es la vida sencilla cuando se desenvuelve entre los pliegues del amor y del respeto.
La preceptiva de cada día. Bien se aprecia que, es el aperitivo ideal para abrir boca.
Para estimularnos, le decíamos a la cámara que era la última y la venceríamos. Sí o sí. Mi padre, además de ser un gran padre como tal,tenía la capacidad de saber cerrar sus esclusas de tal y convertirse en amigo eventual o en momentos precisos. Manejaba el acerbo popular como nadie. Repetidas veces me dijo: «si te fijas, verás que todos los refranes trabajan». Reflexión que llevo conmigo todos los momentos de mi vida y que pongo en práctica cada vez que llega el momento de hacerlo. Con frecuencia, cuando yo expresaba mi alegría por un objetivo conseguido, me repetía: «conseguir un amigo es muy fácil. En una encrucijada de caminos encuentras un desconocido, le das un cigarro y ahí tienes un amigo. El problema ahora es mantenerlo, darle un cigarro cada vez que lo ves». Un poco viene este preámbulo a raíz de la carta que me escribieron mi hija y mis nietas. Que es un estímulo, no lo niego. Que me exige superación continua, tan cierto como la vida misma. Haremos lo que podamos, lo que por gravedad la propia existencia me vaya indicando. Intentaré no defraudarlas, ni a ellas ni a nadie que confíe en mí. Centrándonos ya en la jornada de hoy, a pesar de ser muy corta, nos anunciaron lluvias abundantes y le fuimos robando kilómetros día a día con el fin de no vernos sorprendidos por una meteorología adversa, no tuvo nada de fácil. Nos despedimos de Teo, personificado en el maravilloso grupo de la Banda Cultural compuesta por un numeroso grupo de jóvenes, llenos de simpatía y cordial actitud de sonrisas y belleza
Vaya mi reconocimiento a la sobriedad en lo que tiempo invertido en cafeterías, tabernas o bares haya por el lugar, porque no encontramos ni uno, para cubrir una necesidad.
Seguimos nuestro Camino, callejeando como experimentados taxistas para encontrar el rumbo adecuado. Con aciertos y algún que otro desacierto fuimos adentrándonos en los aledaños del Campo de la Estela. Cuando escuchamos el lamento de la Gaita tocando
Negra Sobra, en los soportales de la Plaza del Obradoiro, la emoción nos embargó de tal manera que la respiración se tornó espesa y las piernas comenzaron a temblar como si mimbres fueran rozadas por una corriente acariciadora que castigaba sin querer queriendo. Pasamos el arco y entramos en la gran plaza. Dejo al buen criterio del docto lector, sienta las emociones que tal momento le hubiera inspirado después de una
semana de duro caminar para conseguir tan bello objetivo. Bello con tintes de eternidad
Asistimos a la Santa Misaa en honor a los Peregrinos que en el día de hoy habíamos
llegado. Dimos gracias al Altísimo por haber conducido nuestra barca sin zozobras
Recogimos nuestras credenciales que daban fe de lo realizado haciendo constar que la única razón de celebrar este peregrinaje, solo el espíritu lo motivaba. No hay otra razón
Orgullosos mostramos nuestro reconocimiento, antes de reponer fuerzas en Mamá Peixe
Con renovados ánimos, espirituales y materiales fuimos abrazar a Santiago, el Hijo del Trueno y, puedo decirlo con plena sinceridad que cuando me fundí en un abrazo fraternal, lleno de respeto y agradecimiento sentí un placer indescriptible. Estoy convencido que mis maravillosas compañeras del Camino sintieron lo mismo.
Un agradecimiento muy especial a Carlos, quien, sin tener que asisitir a ninguna emergencia, hizo posible las recuperaciones diarias que nos permitían retomar las nuevas jornadas con ánimos rejuvenecidos. Gracias Carlos por haber contribuido a que mis tres Niñas y yo hiciéramos un B U E N C A M I N O.
Que hay seres privilegiados, nadie lo pone en duda. Que soy un ser privilegiado, seguro que no lo pienso más que yo. Pero estoy tan convencido de ello que no hago sino dar gracias al Dios en el que creo por haberme convertido en tan afortunada persona. Me explico: Todos los que me conoceis, de sobra os consta que mis valores de todo tipo, apenas alcanza la nota de aprobado. Y eso si no se escarba un poco y, entonces, hasta puedo suspender. Mi fortuna está en las personas de las que me ha rodeado ese Dios del que hablo.
El cansancio no impide el paso a la ternura que también tiene sus momentos
Nada tan efectivo como la vitalidad de mis niñas reflejada en sus sonrisas.
Y cuando la floresta deja de arroparnos, entra en escena la historia de una tierra tan afortunada como esta nuestra España. Muchos siglos nos saludan cuando llegamos a Ponte vea. Los mejores canteros del mundo dejaron su impronta en obras como se refleja en este majestuoso y bien labrado puente, trovador de tantas historias y tan orgulloso de sí mismo que le dice a río Vea: No te manches que quiero reflejarme en el espejo cristalino de tus aguas. Y el río fiel compañero de tantas y tantas cuitas, lo hace
Los dos se despiertan cada amanecer en un abrazo de fraternal camaradería, contribuyendo con ello al discurrir de la historia, escrita con la sempiterna piedra que seguirá siendo testigo de los tiempos pasados y el agua, siempre la misma y siempre diferente, le prestará sus servicios para que siga luciendo su ancestral galanura.
Lo mismo que el puente se mira en las aguas límpidas del Vea, y cuando las fuerzas me flaquean me miro en las sonrisas de mis niñas.
De sobra es sabido que la razón del peregrinaje, en cualquier credo, es una muestra de expiación por las razones personales de cada peregrino. Este Camino que estamos haciendo mis nietas, mi hija y yo reune unas características que le son peculiares. En los comentarios que vaya vertiendo en mis escritos debe quedar aclarado ese aspecto de peculiaridad a que me refiero.
Esta noche mi crónica diaria va tener un añadido simpático en detrimento de ella misma. Cuando empezaba a escribir esto último, sonó el teléfono. Lo comunicado era tan breve como humano. Iba dirigido a la Secretaria del Mini Grupo do Camiño de Santiago da Geira e dos Arrieiros, contacto infalible en todo a lo que el Camino se refiere, dentro del ámbito de nuestra competencia, Ana Rodriguez Muradás. El mensaje procedía de Aurora:»Ana, por favor, tengo dos peregrino aquí que se perdieron y no dan llegado». Inmediatamente, Julio, hermano de Ana desde su casa y yo desde la mía, salimos a la búsqueda de Domingo y Fonseca, así se llaman los dos peregrinos portugueses. A seis kilómetros los encontramos, Julio se trajo las bicicletas y yo los hombres. Ellas tranquilas y Fonseca y Domingo cenando y reponiendo fuerzas. Cierro la anécdota que tendrá su trato en otro momento, y sigo con mi relato diario.
En la primera aldea nos encontramos con un zagal que conducía una punta de reses de ganado vacuno, seguramente para un pastizal. Al vernos, las vacas se nos quedaron mirando, al mismo tiempo que debieron pensar, si es que las vacas piensan: ¿a dónde se dirigirán estos humanos sin acompañar a nadie que justifique su presencia?
Nos miraron, las miramos y cada uno siguió su camino sin otro particular. No tardamos en adentrarnos en zona boscosa, donde el primero en recibirnos fue un años roble, sabe Dios testigo de tantas y tantas cosas. Más de tres cientos sufridos años le calculo por el tamaño de su tronco y de sus ramas. Y sufrido, porque en su cuerpo tiene heridas de todos los tamaños y sufrimientos. Nos paramos, admiramos, compadecemos y seguimos
Termina el llano y el Camino se empina. Los bastones se clavan en el suelo haciendo que nuestros cuerpos se inclinen para facilitar la subida. Es cuando entra el turbo del espíritu para ayudar a la entrada del combustible y no cejar en el empeño. Todo calculado.
Una vez más, el Destino es generoso con el Caminante y su Familia y en un espacio muerto que para nada puede servir. Solo piedras, hormigón asfáltico desaprovechado, gravilla suelta, no más allá de treinta metros cuadrados en forma de triángulo, una dama, los años no tienen vigencia en ciertas personas, convierte toda esa nada en una auténtica obra de arte. Solo voy a poner una muestra de lo que es capaz de crear una mente despierta, un corazón enamorado de la vida puede brindar a sus semejantes. Baste esta pequeña muestra, de lo que es capaz de crear esta encantadora mujer, llamada Julia, aires tiene de diminuta matrona romana y cuya filosofía vital refleja en esta sencilla y sencilla reflexión y que la define de forma maravillosa: Algunos quieren coches, otros casas, dineros, yo solo quiero a las personas y ese querer llena mi vida.
Esta es doña Julia
Esta es la razón de su existencia.
Volveré a ella y os trasladaré el sentido maravilloso de un vivir en plenitud siendo lo que se quiee ser y haciendo lo que se quiere hacer. Gracias Julia y hasta pronto.
Ya nos faltan solo cuatro etapas para llegar a los pies del Hijo del Trueno para rendirle pleitesía de respeto y amor eternos. Decir que mi orgullo de padre y de abuelo alcanza cotas impensables, no es sino reconocer una la bella realidad. Beatriz, mi hija, aglutina en su actitud, la generosidad, la alegría, la grandeza de persona, la maternidad más amorosa con sus sobrinas y el amor más respetuoso y exquisito con su padre. Nunca de su bello rostro se borra la sonrisa y que nos contagia a los demás. En un momento de flaqueza, que siempre los hay, aparece ella con una frase y una oferta. El solo hecho de verla, huelga todo lo demás, basta el impulso que su amor insufla en todo lo que la rodea.
Hoy, alguien, sin que en ello hubiera nada de mal sana intención, si siquiera un poco de humor, insinuó que el recorrido que teníamos para realizar hoy, era un lindo paseo, sin más. En efecto, fue un lindo recorrido, pero la palabra paseo, tenía poco espacio para situarse en su lindeza. Entre Soutelo de Montes y Codeseda, hay mucho que ver, mucho y muy bello, pero no se pueden obviar las cuestas arriba y las cuestas abajo, que de todo hay en el sinuoso recorrido en la travesía de la Sierra del Candán. Encantadoras señoras con nombres originales y muy poco conocidos. He aquí uno que jamás había escuchado. La señora Lifesia.
Trochas con mucha hierba. Caminos con abundante agua que hay que salvar como Dios te da a entender.
Pastosos barrizales que se adhieren a nuestro calzado y ponen un plus en el caminar. Varias de las pronunciadas pendientes, el pavimento es de gravilla suelta que, tampoco hacen nada fácil el caminar sobre él. Sí, ya lo sé, no debo esperar la alfombra verde que yo mismo puse en un buen tramo del Camino, a su paso por la zona de Beariz. Verde que ya se va convirtiendo en discreto color beige que muy pronto será marrón. Sin embargo, a esas dificultades propias del discurrir del trazado, hay que reconocerle una variedad paisajística admirable. Bosques frondosos. Matorrales de la más compleja variedad.Tiempo para el recreo en lo bello y diminuto escondido. Ahí está.
Arbustos floridos de una belleza incomparable. Ríos y arroyos que traen a la mente a nuestra admirada y bien querida Rosalía de Castro. Hasta pequeñas cascadas en ancestrales azudes que hacen la delicia de quienes tenemos la fortuna de contemplar. Y
, a todo ello, añadir el infinito placer de realizar tan gratificante Camino, en compañía de mi hija y de mis bellas y encantadoras nietas Irene y Beatriz. Si una sola alma ya es suficiente para llenar toda una vida, figuraos lo que significa para mí hacerlo con tres tan especiales y con la mía, que, a pesar de no ser demasiado buena, también la quiero.
Vacas tan tranquilas como curiosas se paran a contemplar al peregrino que pasa. Y una mención especial para nuestro cochero escoba que en todo momento se halla presto para acudir si fuera necesario ante cualquier emergencia. Genial, servicial y amoroso.
«Y, al volver la vista atrás…» Seguimos nuestro Camino al encuentro del Apóstol. Él nos espera y nosotros deseosos de llegar a su presencia. Conscientes de la responsabilidad que nos compete para dar cumplimiento a tan ansiado encuentro, seguimos adelante. Los caminos se empinan, pero la voluntad todo lo vence. Cuánto más se sube él, mayor es nuestro deseo de vencer su resistencia. Y si el cuerpo flaquea, aparece el espíritu.
Hay razones sobradas para superar las dificultades y aún queda tiempo para devolver a la vida nuestro agradecimiento con el sonreir por tantos beneficios. Ahí va la muestra.
Hay momentos que no sabes si las piedras se ablandan o se endurecen los pies, pero los caminos se van abriendo y nosotros seguimos haciéndolos. Es un placer muy difícil de transmitir las sensaciones tan variopintas que percibes cada paso que das. Los aromas te embriagan y la luz que se filtra entre la floresta enriquece la paleta de los colores que por doquier te regala el bosque gallego. Es posible, y que yo intentare ponerlo en tela de juicio, sería imperdonable, después de recorrer la Amazonía, gran parte de África y la casi totalidad de nuestra «Piel de Toro», pero tengo que rendirme a la evidencia que la gama infinita del bosque gallego tiene mucho de meigallo que te embruja.
Y te fundes con el paisaje. Y te conviertes en helecho o en roble, en eucalipto o en florida retama, en morado brezo o en punzante y colorista tojo, en oloroso carrasco o en campanillero guante de nuestra Señora, por no citar la infinita gama de matorrales
El agua que fluye generosa y refresca para saciar la sed de los caminantes.
Ypara completar el embrujamiento del mágico colorista de esta tierra, baste esto:
Al final de la jornada descanso para todo lo que comparte el esfuerzo, incluso…………………
Sonriendo a lo dejado atrás, nos disponemos a seguir camino de Santiago, desde el justo punto donde lo dejamos ayer.
En los primeros kilómetros no puedes ni contemplar el paisaje, es necesario concentrar todo el esfuerzo en superar la dura pendiente que se te ofrece por delante. Claro que siempre encuentra el Peregrino una razón que agradecer a la vida su generosidad.
Y el Peregrino que es agradecido y cree firmemente que Dios así se lo manda, sumiso y obediente cumple los preceptos divinos no rechazando nada que vena de lo Divino.
Repuestas las fuerzas del espíritu, y reconfortadas las de la débil naturaleza, seguimos. Y es de obligado cumplimiento que, en cuanto se ofrezca la ocasión de dar gracias a Dios por las muchas mercedes que cada segundo de nuestras vidas, nos paramos en uno de los templos dedicado a San Miguel de Albarellos. Allí nos paramos, rezamos unas oraciones de agradecimiento, le brindamos nuestras mejores sonrisas y seguimos.
He dicho sonrisas. Ni en los momentos más duros del Camino, ellas, las sonrisas, abandonaron nuestros rostros. No podía ser menos. El hecho de sentir la felicidad que nos embarga en cada momento que estamos viviendo, seríamos unos mal nacidos si no le agradeciéramos a la vida con una sonrisa, tanta generosidad por su parte.
Se ha cumplido el objetivo y ahora toca el momento de reponer fuerzas. A ello dedicamos nuestros siguientes momentos y preparándonos para mañana coronar la siguiente jornada de peregrinación hacia el Santo Apóstol, Hijo del Trueno.